Ensordecedoras alarmas de urgencia climática

Ya no hay duda de que llevamos décadas perturbando el equilibrio ecológico de nuestro planeta y ha llegado el momento de afrontar esta sombría realidad. Sin duda alguna, el cambio climático es el mayor reto al que se ha enfrentado la humanidad. La ciencia nos advierte que la crisis climática es ahora, y es un “código rojo” para la humanidad.
La recién clausurada Conferencia sobre el Clima, COP26, en Glasgow coincidió con un importante hito en la trayectoria de desarrollo de Montenegro – el treinta aniversario de su declaración como Estado ecológico. Nada habla más de la fuerza de este compromiso que la determinación de Montenegro de incorporarlo al corazón de su Constitución.

Cuando Montenegro eligió continuar su desarrollo por la vía verde, hace 30 años, no muchos esperaban que esa vía verde se convirtiera en el único camino para todos.
Sólo tres décadas después, las alarmas de la urgencia climática son ensordecedoras, con pruebas imposibles de ignorar: las temperaturas están alcanzando nuevos máximos; la biodiversidad está alcanzando nuevos mínimos; los océanos se están calentando, acidificando y asfixiando con residuos plásticos. Las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la quema de combustibles fósiles y de la deforestación están estrangulando nuestro planeta y poniendo a miles de millones de personas en riesgo inmediato y a largo plazo, y muchos de los cambios son irreversibles. Cada año vemos que las catástrofes meteorológicas y climáticas extremas aumentan en frecuencia e intensidad. Y este verano, aquí en Montenegro, no ha sido una excepción, con un número récord de incendios forestales.
¿La salida?
Hace cinco años, el Acuerdo de París allanó el camino de la humanidad hacia una clara salida a esta crisis, señalando que es clave limitar el aumento de la temperatura por debajo de los 1,5 °C en este siglo. Por desgracia, los científicos también advierten que ya estamos cerca de alcanzar ese umbral, lo que significaría llegar a un punto de no retorno.
Para evitar que esto ocurra, el mundo debe unir fuerzas en torno a tres aspectos críticos:
- En primer lugar, la mitigación – mantener el objetivo de 1,5 °C al alcance de la mano, asegurando una mayor ambición por parte de los gobiernos nacionales y más compromisos de emisiones netas cero.
- En segundo lugar, la adaptación – aumentar la inversión en adaptación desde el 21% actual hasta al menos el 50% del total de la financiación internacional para el clima.
- En tercer lugar, la financiación – llegar a un acuerdo sobre un plan de entrega de los 100.000 millones de dólares anuales, mejorar el acceso a la financiación y avanzar en los mercados de carbón.
La responsabilidad de esta ambiciosa agenda es de todos nosotros, pero principalmente de los gobiernos nacionales. Son los líderes nacionales los que tienen la responsabilidad de tomar medidas urgentes para reducir las emisiones, movilizar la financiación e impulsar la resiliencia, y de cumplir el Acuerdo de París.
Los gobiernos nacionales pueden y deben confiar en gran medida en que las Naciones Unidas sean un asociado sólido, un convocador y un intermediario honesto, que facilite el diálogo multilateral para que los líderes nacionales den una respuesta climática exitosa. Esto es exactamente lo que la ONU ya está haciendo. Hemos convocado a los líderes mundiales, a los mejores expertos y científicos, a los activistas y a los líderes empresariales a la Conferencia sobre el Clima de Glasgow, para que todos ellos unan sus fuerzas en favor de la acción climática.
Se trata de tomar decisiones
El compromiso de Montenegro con la acción climática es inequívoco. Es evidente en su reciente compromiso de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 35% para 2030, con pruebas y recopilación de datos apoyados por el PNUD. Sin embargo, creemos que hay potencial para reducir significativamente las emisiones aún más, en los sectores de la energía, el transporte y la industria en Montenegro.
Montenegro, al igual que muchos países con bajas emisiones de gases de efecto invernadero, contribuye poco al aumento de las temperaturas globales. A pesar de ello, desgraciadamente está obligado a afrontar las consecuencias del cambio climático por su indeseable efecto dominó sobre el bienestar humano, la salud, el medio ambiente y la economía. Por eso debemos dirigir nuestra atención igualmente a la adaptación y a la construcción de un futuro resiliente.
Mano extendida, de la ONU, a Montenegro
La mayor parte de la acción en la respuesta al clima debe tener lugar en los sectores económicos y la experiencia nos dice que las inversiones inteligentes para el clima superan los costes iniciales. El Plan Nacional de Adaptación al Clima de Montenegro, apoyado por el PNUD, con la financiación del Fondo Mundial del Clima, es una oportunidad para establecer la línea de base para realizar inversiones inteligentes de adaptación.
Otro enorme potencial reside en los jóvenes. Sabemos que los jóvenes de Montenegro tienen grandes ambiciones para poner su granito de arena, y esas ambiciones deben ir acompañadas de oportunidades. Tres de cada cuatro encuestados están dispuestos a cambiar sus hábitos de vida, como caminar todos los días, reducir los residuos, reciclar y racionalizar más el uso del agua y la electricidad. Ya es hora de aprovechar estos compromisos y el compromiso positivo de los jóvenes.
Las Naciones Unidas en Montenegro también apoyan a las pequeñas y medianas empresas (PYMES), a través de UNOPS en cooperación con las autoridades locales, este trabajo asegura que ninguna de las partes permanezca ignorante de la protección del medio ambiente, ayudándoles a entender que la ecologización no es sólo cuestión de paneles solares.
Pero las soluciones sostenibles en la lucha contra el cambio climático también consisten en invertir en la salud humana. Como hemos aprendido dolorosamente de la crisis de la COVID, tenemos que adaptarnos para orientarnos hacia inversiones estratégicas a largo plazo en nuestro futuro. La OMS nos dice que las inversiones estratégicas en sistemas integrados de salud pública y atención primaria, así como en sistemas digitales maduros, son necesarias para poder cumplir la promesa de unos servicios sanitarios seguros, eficaces y equitativos para una era posterior a la crisis de COVID-19.
Un análisis reciente de los riesgos climáticos desde la perspectiva de los niños y niñas muestra que casi todos los niños y niñas del mundo corren el riesgo de sufrir al menos uno de los peligros climáticos y medioambientales, como inundaciones, ciclones, enfermedades transmitidas por vectores de contagio, contaminación por plomo, olas de calor y escasez de agua. La contaminación atmosférica es la mayor amenaza, ya que se calcula que mil millones de niños y niñas están muy expuestos a niveles de contaminación atmosférica extremadamente peligrosos. En el próximo periodo, UNICEF apoyará la implicación de los niños, niñas y adolescentes de Montenegro en lo concerciente a la contaminación del aire y en otras cuestiones relacionadas con el cambio climático en el país.
Pero mientras nos centramos en el posible trabajo que hay que hacer dentro de Montenegro, también debemos ser conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor. ACNUR nos advierte de que los efectos del cambio climático están aumentando las dificultades que afrontan las personas que ya se encuentran entre las más vulnerables del mundo, incluidos los refugiados. La sequía y las condiciones meteorológicas extremas aumentarán sin duda la competencia por los recursos cada vez más escasos a escala mundial y tendrán un tremendo impacto en los desplazamientos forzados, no sólo a escala mundial, sino que tendrán sin duda fuertes implicaciones para nuestra región y también para Montenegro.
Ninguna contribución es demasiado pequeña
A estas alturas, todos los países deberían haberse dado cuenta claramente de que el antiguo modelo de desarrollo basado en la quema de carbón es una sentencia de muerte para sus economías y nuestro planeta. Necesitamos la descarbonización ahora, en todos los sectores y en todos los países. Tenemos que cambiar las subvenciones de los combustibles fósiles a las energías renovables, y gravar mucho más la contaminación. Tenemos que poner un precio real al carbono y canalizarlo hacia infraestructuras resistentes y empleos sostenibles.
Las Naciones Unidas se fundaron hace 76 años para crear un consenso para actuar contra las mayores amenazas a las que se enfrenta la humanidad. Pero nunca nos hemos enfrentado a una crisis como ésta, una crisis verdaderamente existencial que, si no se aborda adecuadamente, amenaza el futuro de la humanidad. Como nunca antes, el mundo necesita solidaridad y una acción verdaderamente conjunta para contrarrestar las ensordecedoras alarmas de la urgencia climática. Y lo necesita ahora.
¿Y por qué es tan importante la contribución de un país pequeño como Montenegro para la respuesta climática? La respuesta es sencilla, porque, más que nunca, el mundo necesita ejemplos positivos de verdadera transformación que puedan marcar una verdadera diferencia. Ahora que Montenegro está planificando su rápida recuperación económica y la creación de nuevas oportunidades para sus ciudadanos, el país tiene un potencial excepcional para construir un futuro más verde, con empleos y una economía más ecológicos, y estoy convencido de que Montenegro puede convertirse, y se convertirá, en un modelo para el resto del mundo en su camino verde hacia el futuro – sólo tiene que aprovechar esta oportunidad histórica, ahora.
Escrito por Peter Lundberg, Coordinador Residente en Montenegro. Para saber más sobre el trabajo de las Naciones Unidas en Montenegro, visite: Montenegro.UN.org.