Esfuerzos a nivel educativo por construir un futuro mejor para los niños y niñas en Lesotho

Ahora que el mundo celebró el cuarto Día Internacional de la Educación el 24 de enero, necesitamos un compromiso renovado para transformar la educación y construir un futuro mejor para nuestros niños y niñas, en consonancia con las promesas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Está bien establecido que la clave para un futuro mejor para los niños y niñas de cualquier país reside en la educación de calidad. No es diferente para Lesotho, un país demográficamente joven de renta media-baja donde casi el 40% de la población es menor de 18 años.
Sin embargo, el país se enfrenta a muchos desafíos. Según el informe de estadísticas educativas de 2016 de la Oficina de Estadística de Lesotho, a pesar de una impresionante tasa de matriculación en la escuela primaria que roza casi los 9 de cada 10 niños y niñas, no se puede decir lo mismo de la escuela secundaria, donde la tasa de matriculación se desploma a solo 4 de cada 10 jóvenes. El informe también señala que sólo 4 de cada 10 niños y niñas asisten a la educación preescolar y entran en las escuelas mejor equipados para aprender. La pandemia de la COVID-19 agravó aún más estas deficiencias.
De hecho, al igual que en muchos países del mundo, la pandemia provocó el cierre de escuelas en Lesotho, dejando a casi medio millón de niños y adolescentes sin acceso al aprendizaje y con un futuro incierto. Según el informe de actualización del Índice de Capital Humano 2020 del Banco Mundial, sólo entre marzo de 2020 y abril de 2021, los niños y niñas de Lesotho perdieron entre 140 y 160 días de clase.
Desde el inicio de la pandemia, las Naciones Unidas en Lesotho han apoyado al gobierno para mitigar el impacto de la crisis, incluso mediante la aplicación de un Plan de Respuesta Socioeconómica ante la COVID-19 desarrollado bajo la dirección de la Coordinadora Residente, con el apoyo del PNUD como líder técnico, y en colaboración con el equipo de las Naciones Unidas en Lesotho y varias otras organizaciones internacionales.
Esto incluyó abordar el impacto del cierre de las escuelas, con la ONU proporcionando apoyo en el aprendizaje a distancia a 224.917 niños y niñas, incluyendo 107.960 niños y 116.957 niñas. Dado que muchos niños y niñas también dependen de los programas de comidas escolares para acceder a una nutrición saludable, la ONU también proporcionó raciones para llevar a casa a 273.008 niños y niñas en educación pre-escolar y primaria, incluyendo 137.250 niños y 135.758 niñas, para garantizar su seguridad alimentaria.
El impacto de la pandemia se intensificó aún más debido a las huelgas de maestros de 2019, que ya habían provocado pérdidas de aprendizaje. El impacto de estas crisis podría tener un efecto duradero en los niños y niñas y en las comunidades de todo el país.
Shoeshoe Moroeng, un estudiante de 12 años de Mohale's Hoek, explicó que ponerse al día con el aprendizaje ha sido el reto más difícil desde que se reabrieron las escuelas. Mpho Mathibeli, un joven de 17 años del instituto Makena de Mafeteng, compartió los mismos sentimientos y añadió:
“Me preocupa que quizás yo no obtenga buenos resultados en mis exámenes, lo que puede significar que tenga que elegir otro curso que no sea de mi agrado después de graduarme en el instituto”.
Tras la conmoción inicial por el repentino cierre de las escuelas en 2020, el Ministerio de Educación y Formación puso en marcha medidas para garantizar la continuidad del aprendizaje. Fueron importantes las clases a través de radio y televisión sobre matemáticas y ciencias, lectura y escritura, también la concienciación sobre las medidas de prevención de la COVID-19 y la importancia del bienestar psicosocial de los niños y niñas. Pero no fueron suficientes. El trabajo posterior que el Ministerio dirigió para reabrir, y mantener abiertas las escuelas de forma segura, es encomiable.
La pandemia puso de manifiesto la fragilidad del sistema educativo de Lesotho y aprendimos la dura lección de que el sistema escolar convencional no es resistente a impactos ni responde bien a las incertidumbres.
Sin embargo, la pandemia también nos ha brindado una enorme oportunidad para reimaginar lo que podría y debería ser el aprendizaje.
“Las escuelas deben mirar más allá de los confines del aula y adoptar un enfoque mixto que apoye a los niños, niñas y adolescentes tanto en el aula, cara a cara, como a distancia, desde casa o desde un centro comunitario. Esto permitirá pasar sin problemas al aprendizaje a distancia cuando sea necesario”, explica Anurita Bains, representante de UNICEF, respecto a lo que hay que hacer para cambiar el rumbo y permitir un futuro mejor para los niños y niñas de Lesotho.
Otras recomendaciones prácticas incluyen el impulso de las habilidades digitales, que son cruciales en el siglo XXI para que los alumnos puedan navegar por un mundo cada vez más digital. Por ello, el Ministerio de Educación y Formación ha liderado el desarrollo de una plataforma de aprendizaje en línea, bautizada como Pasaporte de Aprendizaje, con el apoyo de las Naciones Unidas. También debemos garantizar que las inversiones en educación estén bien localizadas y sean equitativas.
Al tiempo que nos proponemos cambiar el rumbo y transformar nuestro enfoque de la educación, comprometámonos a reconstruir para mejorar, de modo que todos los niños y niñas de Basotho puedan contribuir al futuro de Lesotho y asumir su papel de ciudadanos globales activos.
Escrito por Anurita Bains, Representante de UNICEF en Lesotho, y Reitumetse Russell, Oficial de Comunicación de la Oficina de la Coordinadora Residente en Lesotho, con el apoyo editorial del equipo de la Oficina de Coordinación del Desarrollo (OCD).
Para más información sobre el trabajo de las Naciones Unidas en Lesotho, visite: Lesotho.UN.org.