La búsqueda de un terreno común en la lucha contra la emergencia climática en Afganistán

Mientras la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático 2022 (COP27, en inglés) inició esta semana en Sharm-al Sheikh, Egipto, el pueblo afgano se enfrenta a devastadoras proyecciones climáticas. El Índice de Riesgo Climático Global de 2021 clasificó a Afganistán como el quinto país más afectado a nivel mundial por las amenazas relacionadas con el clima, y uno de los menos preparados contra los choques climáticos.
Afganistán ya es propenso a sufrir frecuentes catástrofes naturales que causan pérdidas y daños en las vidas de las personas, los medios de subsistencia, las viviendas y las infraestructuras. Estas amenazas existentes, unidas a la gran dependencia de Afganistán de los medios de subsistencia agrícolas, su frágil ecosistema, el escaso desarrollo socioeconómico y los impactos de más de cuatro décadas de guerra, sientan las bases de una extrema vulnerabilidad climática. Es probable que las sequías en muchas partes del país se conviertan en la norma, y las fuertes precipitaciones episódicas sólo darán lugar a inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra. Las consecuencias serán graves no sólo para las vidas de las personas en Afganistán, sino también para el desarrollo económico, la inseguridad alimentaria y la migración.
Como Representante Especial Adjunto del Secretario General de las Naciones Unidas y Coordinador Residente y de Asuntos Humanitarios en Afganistán, he sido testigo de primera mano de cómo el pueblo afgano de a pie sigue soportando el peso de los desastres y choques medioambientales. Construir la resiliencia y la adaptación a largo plazo a estos choques es un desafío cuando estamos constantemente gestionando crisis a corto plazo y carecemos de suficientes mecanismos de financiación para la adaptación.

Este año, el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) sobre la brecha de adaptación (UNEP’s Adaptation Gap report, en inglés) deja claro que el mundo no está protegiendo a las personas de los impactos inmediatos de la crisis climática. Afganistán ya ha sido testigo de varios años de sequía que han asolado a las comunidades de las zonas rurales, y las intensas inundaciones de principios de este año fueron una imagen de lo que probablemente va a ocurrir.
Los obstáculos para desarrollar la resiliencia medioambiental y la adaptación al clima en Afganistán son múltiples y diversos, y se complican por cuestiones políticas y de gobernanza, así como por la disponibilidad de recursos financieros.
En un mundo de guerras, crisis y fragmentación — y tras el conflicto de Afganistán, todos deben acudir para encontrar soluciones concretas a la emergencia climática.
Precisamente mi función de coordinador del equipo de las Naciones Unidas en el país me permite tener una visión global de las múltiples necesidades, haciendo que el equipo de las Naciones Unidas se una para aprovechar toda la experiencia de la ONU a nivel mundial, regional y nacional, trabajando junto a diferentes asociados. Una de nuestras prioridades era garantizar que el pueblo afgano — mujeres, hombres y niños y niñas — no se enfrente solo al desafío del cambio climático, un problema al que históricamente no ha contribuido. Elevar el rol de las cuestiones medioambientales en la planificación del desarrollo de emergencia y a largo plazo ha sido una parte fundamental de nuestros esfuerzos.
Con este objetivo en mente, el sucesor del Marco de Compromiso Transitorio de Una ONU para Afganistán (One-UN Transitional Engagement Framework, TEF, en inglés), el documento de planificación estratégica general que guía el trabajo de nuestro equipo de las Naciones Unidas sobre el terreno, se está desarrollando con un enfoque claro y concertado en cuestiones medioambientales. Las entidades de la ONU en todo Afganistán ya están acudiendo unidas para realizar más intervenciones de mitigación y adaptación al clima.
He aquí algunos ejemplos de nuestro trabajo:
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Nuestro equipo de la Naciones Unidas, a través de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), está apoyando enfoques comunitarios de gestión de la tierra y los bosques, promoviendo la conservación de la biodiversidad, la mitigación del cambio climático y la productividad de los pastizales.
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Asimismo, el Programa Mundial de Alimentos (World Food Programme, WFP, en inglés) ha proporcionado a los hogares en situación de inseguridad alimentaria dinero en efectivo o transferencias basadas en alimentos para atender sus necesidades alimentarias inmediatas, liberando su tiempo para construir o rehabilitar activos, como la construcción y rehabilitación de 720 km de canales de riego, la plantación de 1,4 millones de árboles, el establecimiento de casi 600 huertos y frutales a pequeña escala, cerca de 170 estanques de agua, la construcción de casi 11 km de muros de protección contra inundaciones, la salvaguarda de 13.000 hectáreas de tierra y la mejora del acceso a las carreteras y al mercado para 2.000 pueblos.
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Por su parte, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) está impulsando medidas de reducción del riesgo de desastres, construyendo muros de protección contra inundaciones, rehabilitando canales y proporcionando paneles solares en escuelas y centros sanitarios, entre otros.
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Además, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) está proporcionando equipos de cocina no contaminantes a 4.700 familias, electricidad limpia y asequible a 18.000 personas y pequeñas empresas; electricidad solar y sistemas de agua caliente a 46 clínicas que benefician a unos 26.000 pacientes, médicos y personal. El PNUD también ha impartido formación a cerca de 40 empresas del sector privado para el uso eficaz de dispositivos de energía renovable.
Por muy vitales que sean estas intervenciones conjuntas de las Naciones Unidas, también necesitamos que la actual administración de Afganistán empiece a tomarse en serio la amenaza del cambio climático y la degradación del medio ambiente. Se necesitará a cada uno de todos los afganos — líderes religiosos y comunitarios, mujeres y hombres, empresas y agricultores, jóvenes y ancianos — para hacer frente a los desafíos que se avecinan.
Yo asimismo exhorto a la comunidad internacional y a los donantes a pensar con audacia y creatividad en el apoyo a la adaptación climática a largo plazo para Afganistán. Independientemente de los obstáculos políticos, Afganistán no puede quedar al margen de la financiación climática. Seguiremos respondiendo a los choques humanitarios a corto plazo, pero debemos trazar un camino hacia la adaptación. La adaptación salvará vidas y medios de vida.
El Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, ha pedido que la COP27 siente las bases para una acción climática más rápida y audaz en la "década crucial" que se avecina, "en la que se ganará o se perderá la lucha mundial contra el clima".
La acción climática para Afganistán es necesaria ahora. Los afganos no tienen tiempo para esperar. Será necesario que todas las partes encuentren un terreno común y una causa común para trabajar por un futuro sostenible para Afganistán.
Por Ramiz Alakbarov, Representante Especial Adjunto del Secretario General de las Naciones Unidas y Coordinador Residente y de Asuntos Humanitarios en Afganistán.
Para saber más sobre el trabajo de las Naciones Unidas sobre el terreno, visite: Afghanistan.UN.org.