Coordinadora Residente dirige esfuerzos diplomáticos y humanitarios para apoyar a personas migrantes y refugiadas que están en tránsito a través de Honduras
A 180 kilómetros de Tegucigalpa, la capital de Honduras, se encuentra Trojes, un pequeño municipio en la frontera con Nicaragua. En el último año, las calles de Trojes se han visto cubiertas por los pasos de miles de personas refugiadas y migrantes que buscan mejores oportunidades para ganarse sus medios de subsistencia y un lugar seguro para vivir.
“Me fui porque mi país no está tan bien ahora, no hay seguridad. [Mi familia y yo] ya no nos sentimos seguros", dice Witney*, una joven haitiana de 22 años, que forma parte de los flujos de personas refugiadas y migrantes que pasan por Honduras con la esperanza de encontrar protección y paz en otro país.
Según datos oficiales del Instituto Nacional de Migración de Honduras, en 2022 al menos 118.497 personas han entrado en el país a través de pasos irregulares, lo que supone un marcado aumento respecto al año anterior. Este crecimiento de la tasa de ‘movimientos mixtos’ — término que hace referencia a los flujos de personas que viajan juntas, por las mismas rutas y utilizando el mismo medio de transporte, pero por diferentes motivos — ha planteado importantes desafíos para la capacidad de respuesta del país.
En repetidas y diferentes ocasiones, la Coordinadora Residente de las Naciones Unidas en Honduras, Alice Shackelford, visitó comunidades a lo largo de la frontera sur para conocer de primera mano la situación a la que se enfrentan las personas refugiadas y migrantes en la zona y reunirse con entidades gubernamentales, agencias humanitarias y organizaciones de la sociedad civil para coordinar los esfuerzos de protección.

Después de su visita a la región fronteriza, la Coordinadora Residente destacó la importancia de mostrar solidaridad con las comunidades en movimiento.
“Las y los migrantes son personas llenas de esperanza, dolor, violencia y largos caminos, incluyendo a muchas mujeres, hombres, niños y niñas. (…) ¡La solidaridad y el cariño de las comunidades locales de Las Manos y Danlí y otras es algo fabuloso y para celebrar”, expresó Alice Shackelford.
Esfuerzos diplomáticos para apoyar a personas migrantes y refugiadas
Ante el incremento de personas en tránsito en el municipio de Trojes, algunas iglesias se han transformado temporalmente en albergues donde convergen personas de diversas nacionalidades, edades, razas, creencias, idiomas y contextos.
Uno de estos albergues, el centro 'Jesús está vivo' — iglesia que había estado prestando apoyo a personas migrantes y refugiadas desde principios de año, atendiendo a unas 350 personas diariamente — debía cerrar sus puertas en julio de 2022. Pero gracias a las gestiones diplomáticas de la Coordinadora Residente y a sus esfuerzos de abogacía junto al obispo de Danlí, el albergue permanecerá abierto hasta finales de 2022.

Albergues, como el centro 'Jesús está vivo', se han convertido en fuentes clave de apoyo para las personas migrantes y refugiadas cuyas travesías se han estancado en Honduras después de la introducción de una nueva sanción administrativa (multa) migratoria.
La mayoría de las personas y familias que entran en el país de forma irregular no pueden pagar la sanción administrativa de 240 dólares. Se ven obligados a permanecer en el país sin la posibilidad de obtener ingresos para cubrir sus principales necesidades o continuar su trayecto.
En mayo de 2022, el Congreso Nacional de Honduras aprobó una amnistía migratoria para que los migrantes en tránsito no tuvieran que pagar la sanción administrativa establecida por la ley en caso de ingreso irregular al territorio nacional. Sin embargo, dicha amnistía aún requería la aprobación del Poder Ejecutivo para entrar en vigor. Tras realizar numerosas gestiones diplomáticas ante funcionarios del Gobierno con el apoyo del Grupo de Respuesta Humanitaria a nivel país, la amnistía se hizo efectiva a principios de agosto. Esta medida contribuyó a aliviar la precaria situación de las personas en movimiento.
La Coordinadora Residente acogió positivamente este "importante paso para la defensa de las y los migrantes y sus derechos humanos" y agradeció al Congreso Nacional por "reconocer que Honduras es un país de tránsito de la migración irregular y no solo de origen de la misma".
Asistencia humanitaria

Pero los desafíos no terminan ahí. Las familias de migrantes y refugiados siguen llegando a Honduras y se ven en constante necesidad de asistencia y apoyo humanitarios.
Junto con autoridades nacionales y organizaciones asociadas, el equipo de las Naciones Unidas en el país, dirigido por la Coordinadora Residente, está trabajando de forma colectiva y coordinada para ofrecer soluciones humanitarias que estén adaptadas a las necesidades específicas a lo largo y ancho de las regiones fronterizas del sur.
La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha liderado la coordinación de la respuesta a través del grupo temático de protección (Clúster de Protección), del Equipo Humanitario de País y Equipo Local de Respuesta de la Frontera Sur de Honduras.
A través de esta respuesta coordinada, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha presentado una propuesta de mejora estructural de las instalaciones y de compra de bombonas de gas para la preparación de alimentos. ACNUR también ha proporcionado refugio y ha entregado kits de higiene y bioseguridad para reforzar las medidas de prevención ante la COVID-19. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) habilitó un albergue especial en el Centro de Descanso Temporal para garantizar que los niños y niñas, los adolescentes y las familias reciban una atención digna y humana.
Jorge Peraza, quien ejercía como Jefe de Misión de la OIM para Guatemala y Honduras — al que precedió, recientemente, Nicola Graviano — explicó algunos de los desafíos a los que se enfrentan los albergues: “Las capacidades son limitadas y los espacios disponibles no cumplen las condiciones mínimas para que las personas migrantes y refugiadas que llegan puedan ser alojadas dignamente”, comentó Peraza.
En coordinación con el Gobierno de Honduras, el equipo de las Naciones Unidas en el país sigue recabando información para conocer mejor las necesidades de personas desplazadas y ofrecer soluciones adaptadas a sus situaciones actuales.
“Es necesario continuar sumando esfuerzos para asegurar una respuesta coherente para las personas refugiadas y migrantes que necesitan asistencia y protección”, explica Andrés Celis, Representante de ACNUR en Honduras.
“Es valioso resaltar también la solidaridad mostrada por los gobiernos locales y por los habitantes en áreas fronterizas por donde transitan migrantes y desplazados”, añade el Sr. Celis.
“Las comunidades siempre nos enseñan acerca del significado de la solidaridad”, concluyó.
* Se han omitido los apellidos por motivos de privacidad y protección.
Esta historia fue escrita y producida originalmente por María Elena Cálix, Oficial de Comunicaciones y Abogacía de la OCR, e Ismael Cruceta, Oficial de Prensa de OIM. Danielle Álvarez Ñavincopa, Oficial Asociada de Comunicaciones de ACNUR, proporcionó apoyo editorial. La Oficina de Coordinación del Desarrollo (OCD) de las Naciones Unidas se encargó de la edición.
Para más información sobre el trabajo de las Naciones Unidas en Honduras, visite: Honduras.UN.org.
















